En medio del bosque, donde nadie habita.
Donde el canto de los pájaros es el alboroto del mercado.
Donde el aleteo de la mariposa es el canto del gallo.
Donde van los desterrados.
Yace aquella que por todos fue acusada.
Sin deseo ni fuerza ni voluntad de vivir.
Herida sin herida…
Espera desesperada la llegada de la parca.
Su cabello, la noche;
su tez, la luna;
Sus ojos, la arboleda;
Sus labios, las rosas.
Recostada y custodiada por robles.
Alza la mirada, contempla el cielo…
Observa la punta de una delgada rama…
Una hoja que oscila vacilante le recuerda su existir…
Sola, separada de los demás…
En un rincón sin salida.
Una lágrima lloraba mientras caía.
La hoja cayó…
Al igual que ella.
Despertó del sueño eterno,
Se vio a ella misma recostada en una losa.
El silencio permitía escuchar el latido de las rocas.
Observó cómo se tornaba roja la losa donde ella yacía.
Escuchó un sonido fuerte y ligero…
Alzó la mirada, vio una luz bajar del cielo;
Brillaba como todos los soles del universo…
Y se posó frente a ella
La joven sintió una bella sensación de paz.
La luz revoloteaba frente a ella,
Invitándola a entrar.
La joven, confundida, vaciló
Entró.
Frío sintió.
El panorama era el mismo y era diferente…
La tensión, el viento;
El cielo, el fuego;
Las rocas, las culpas;
El suelo, el miedo.
Los árboles perdieron sus hojas…
Sus ramas fueron pobladas por cuervos.
Trozos de noche llegaron desde el horizonte;
El lloroso viento dominaba el oído.
La joven miraba a su alrededor…
Su corazón bombeaba miedo.
Cubrió su rostro y cayó en llanto.
Frustrada de su vivir deseó no existir.
Los árboles ardieron.
El graznar de los cuervos era insoportable.
La joven cubrió sus oídos, cayó sobre sus rodillas,
Los cuervos cubrieron su piel;
Picoteaban su cuerpo con furia.
En su vida jamás había sentido tal pavor.
La joven se incorporó,
No sentía más dolor…
Caminó un poco.
Los cuervos se detuvieron.
Los contemplaba a su alrededor;
Parecían respetarle…
Un cuervo se posó en su hombro.
La parvada comenzó a graznar vigorosamente
Una sombra se desprendió de la joven.
Divisó a lo lejos mujer de espalda, vestida de negro…
Corrió hacia ella.
Un destello se interpuso entre ella y la mujer misteriosa.
La joven despertó en aquel bosque…
Más igual no lo vio:
Vio el azul del cielo,
Vio el verde del edén,
Vio el cristalino brillo del arroyo,
Y escuchó el armónico cantar de las aves.
Admiró el inocente jugar de los animales
Y se acercó a jugar con ellos.
Los violines de la vida tocaron primavera para ella.
Entre mil rosas la busqué,
